viernes, 27 de agosto de 2010

Interminable

El teatro, por fortuna, nunca está terminado. Los ensayos son eso, lo que su nombre indica: ensayos, pruebas, tentativas, aproximaciones, hipótesis de trabajo. En su momento llegará, con los espectadores, el teatro. Cada día, cada función, un nuevo espectáculo. Sobre la última etapa de ensayos planea una extrañeza especial: el esfuerzo de imaginación para suponer un público. Quienes andamos en la cocina donde se cuece el futuro teatro somos el peor público posible. ¿Qué podemos hacer? Imaginar, suponer, atrevernos a anticipar las exigencias de un espectador de verdad. Por lo demás, precisar maniáticamente detalles con objeto de que (todo aquí son paradojas) la actriz encuentre finalmente la libertad. Que la emoción, y ante todo la emoción de comunicar, encuentre el cauce adecuado para fluir, no teniendo ya que pensar (si eso fuera posible), no teniendo que atender a otra cosa que a estar ahí, participando en una reunión de personas dispuestas a compartir una experiencia. (M.A.)

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